La obra está compuesta por una vitrina de casi un metro de alta por medio metro de anchura y profundidad. Sobre su cristal superior reposa un martillo. Dentro hay un yunque. En el cajón inferior, en madera lacada en blanco, aparece un estribo sobre un recubrimiento de terciopelo negro.

¿Cómo expresar el anhelo de oír? ¿De qué modo usar la creatividad para idear símbolos que derriben barreras? Juan Isaac Silva propone en esta obra una metáfora como puente entre el mundo de los sonidos y el visual. Para ello ingenia esta representación de los tres huesos que integran el oído medio y que hacen posible la audición. El martillo, el yunque y el estribo se encarnan en los objetos con los que comparten denominación, sirviéndose de la polisemia. Silva firma así una obra autobiográfica que discurre a medio camino entre el humor, el ingenio y la nostalgia.